Nacho es su nombre, un bebé que murió hace más de un siglo. Un niño que a día de hoy sigue siendo noticia para muchas personas. Todas las que se acercan al Panteón de Belén, en Jalisco, acaban notando que algo extraño ocurre en esa zona, un suceso que nunca antes les había pasado y que pensaban que solo ocurría en las películas.
Sentían una presencia, una suerte de ser que se movía entre ellos a pesar de no poder alcanzar a verle.
Según cuenta la historia, este niño tenía mucho miedo a la oscuridad, lo que obligó a sus padres a enterrarle dentro de un ataud en una parte bien iluminada, tanto por el sol como por los rayos de la luna. Un sistema que permite que pueda descansar en paz, o al menos que se acerque lo más posible a ella.